Las esencias florales trabajan sobre nuestras emociones más profundas, elevan nuestra vibración y facilitan la reconexión con nuestra esencia divina. Restauran el equilibrio natural entre el alma y el cuerpo y son un puente entre el espíritu y la personalidad. Cada flor toca y trabaja sobre una emoción y/o síntoma y la regresa a un buen rumbo.